1825, el Congreso de
la Gran Colombia otorgó a Antonio José de Sucre el grado de general en
jefe por los méritos militares ganados durante la Campaña del Perú, y le
regaló una espada lujosamente grabada en reconocimiento a la victoria
de Ayacucho, que selló la independencia de América del Sur.
El Libertador Simón Bolívar tenía
previsto que Antonio José de Sucre ocupara la Vicepresidencia de la
República en sustitución de Francisco de Paula Santander, de quien
sospechaba traición. El Libertador estaba en conocimiento de la
actividad de Santander formando grupos secretos que editaban panfletos
con calumnias para dañar su reputación entre el pueblo. Las falsedades
sobre un supuesto plan de Bolívar de coronarse como rey fueron
divulgadas por estos grupos de Santander, junto a las peores acusaciones
sobre la dictadura y el autoritarismo del Padre de la Patria.
La campaña de Santander contra Bolívar a
la larga surtiría sus efectos. A ella se refiere el Libertador cuando
en su proclama al borde de la tumba, dice: “Mis enemigos me han
conducido al sepulcro”.