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domingo, 3 de febrero de 2013

El Gran Mariscal Antonio José de Sucre. Un militar de libertades


Considerado el militar más completo de todos los próceres, participó desde muy joven en la gesta emancipadora de Hispanoamérica. Su conducción en la batalla de Ayacucho fue de las más brillantes de la guerra y le valió el título de Gran Mariscal de Ayacucho.

Antonio José de Sucre nació en Cumaná, hoy estado Sucre, el 3 de febrero de 1795. General en Jefe del Ejército de Venezuela, Colombia y Ecuador. Gran Mariscal de Ayacucho. Presidente de Bolivia. Político y estadista. Hijo del Teniente Vicente de Sucre y Urbaneja y de María Manuela de Alcalá.

Es considerado como el militar más completo y cabal de los próceres de la independencia suramericana. Fue un paradigma en el estricto cumplimiento de su deber; era inflexible, duro y justo. Sus antecesores fueron, casi todos, militares. Su madre murió cuando él tenía 7 años. En su adolescencia fue enviado a Caracas, al cuidado de su padrino, el arcediano de la Catedral, presbítero Antonio Patricio de Alcalá, para iniciar estudios de Ingeniería Militar en la Escuela de José Mires.

En 1809, se integró junto con su hermano Pedro y otros jóvenes, como cadete de la Compañía de Húsares Nobles de Fernando VII, en Cumaná. En 1810, la Junta de Gobierno de Cumaná le confiere el empleo de Subteniente de Milicias Regladas de Infantería. Este grado fue ratificado por la Junta Suprema de Caracas el 6 de agosto de ese año.

En 1811, desempeña en Margarita el cargo de Comandante de Ingenieros. El 31 de julio de ese año recibió el despacho de Teniente. En 1812, se halla en Barcelona en calidad de Comandante de Artillería, allí junto con otros notables ciudadanos firmó el acta de la junta de guerra que se reunió para resolver lo concerniente a la seguridad de la República, a raíz de los acontecimientos sucedidos en Caracas por la ofensiva de Domingo de Monteverde.

En 1813, figura entre el grupo de los Libertadores de Oriente y bajo las órdenes del general Santiago Mariño participa en las operaciones por la liberación del Oriente venezolano.

En 1814, como Edecán del General Mariño, asiste a la conjunción de las fuerzas del Oriente con las de Occidente en los valles de Aragua. En ese mismo año, sus hermanos Pedro, Vicente y Magdalena perecen a manos de los realistas. No menos de 14 parientes cercanos suyos caen durante el transcurso de la guerra de Independencia.

En 1815, tras combatir bajo las órdenes del General José Francisco Bermúdez en Maturín, pasa a Margarita y, escapando del General Pablo Morillo, sigue a las Antillas y Cartagena. En 1816, Mariño lo nombra Jefe de su Estado Mayor y lo asciende a Coronel. Este mismo jefe lo designa en 1817, Comandante de la Provincia de Cumaná.

El 17 de septiembre de 1817, Sucre recibió de Bolívar la designación de Gobernador de la Antigua Guayana y Comandante General del Bajo Orinoco; y también el encargo de organizar un batallón con el nombre de Orinoco.

La gesta emancipadora americana

Empezaba así, su carrera de gobierno en la cual desempeñaría varios cargos de la administración civil, hasta ser Presidente de la República de Bolivia. El 7 de octubre de 1817, recibió el nombramiento de Jefe de Estado Mayor de la División de la Provincia de Cumaná, bajo las órdenes del General Bermúdez.

En agosto de 1819, fue ascendido a General de Brigada por el Vicepresidente de Venezuela, Francisco Antonio Zea; grado que será ratificado por Bolívar el 16 de febrero de 1820. Viaja a las Antillas para adquirir material de guerra, y ejerce interinamente la cartera de Guerra y Marina. Fue uno de los comisionados para concertar los Tratados de Trujillo sobre armisticio y regularización de la guerra que, en noviembre de 1820, suscribieron los Generales Bolívar y Pablo Morillo. Bolívar dirá que este instrumento regularizador representa ."el más bello monumento a la piedad aplicada a la guerra".

El 11 de enero de 1821, fue nombrado en Bogotá Comandante del Ejército del Sur, en reemplazo del General Manuel Valdés; fuerza que desde 1920 operaba en Popeyán y Pasto.

El 6 de abril de ese año, Sucre llega a Guayaquil y al presentarse ante la Junta de Gobierno, expuso la idea de la unión de la provincia con Colombia. El 15 del mismo mes, fue firmado el tratado que estipulaba que Guayaquil mantendría su soberanía pero bajo la protección de Colombia. En aquella oportunidad Sucre quedó facultado para abrir la campaña contra los realistas, y con tal motivo, Guayaquil le ofreció todos los recursos disponibles.

Diversos sucesos impiden la unión efectiva de Guayaquil a Colombia, en virtud de las aspiraciones peruanas. Sucre logra que, ante todo, la lucha se concentre contra el enemigo español. Despliega un efectivo plan estratégico, y el 24 de mayo de 1822 libra la batalla de Pichincha, que conduce a la capitulación del mariscal realista Aymerich y la incorporación del territorio ecuatoriano a la Gran Colombia.

Bolívar lo asciende a general de División y lo nombra Intendente del departamento de Quito. En el cargo desarrolla una positiva obra de progreso; funda la Corte de Justicia de Cuenca y en Quito funda el primer periódico republicano de la época: El Monitor. Instala en esa ciudad la Sociedad Económica. Se interesó por la educación, y elevó en Cuenca el número de escuelas de 7 a 20.

A comienzos de 1823, el Perú llama a Simón Bolívar para que se haga cargo de la empresa libertadora, pero ante la imposibilidad de viajar de inmediato, designó a Sucre y lo proveyó de las credenciales para las comisiones que debía cumplir en el Perú. El 10 de mayo de ese año, Sucre llegó a Lima y al día siguiente presentó credenciales, en momentos cuando el Perú hacía frente a una situación muy embarazosa, consecuencia de la inestabilidad política y del reciente fracaso militar de los republicanos. El 30 de mayo recibió Sucre el nombramiento de Comandante del Ejército Unido, y el 21 de julio fue proclamado Jefe Supremo Militar, cargo aceptado por Sucre con la condición de ejercerlo solamente en el teatro de guerra. La campaña no tiene éxito y Sucre regresa a Lima.

El 1 de septiembre llegó Bolívar al Perú, y desde el mismo día contó con la cooperación de Sucre. En su condición de Comandante General del Ejército Unido participó en las operaciones que condujeron al triunfo de los republicanos en la batalla de Junín del 6 de agosto de 1824, y en las operaciones subsiguientes.

A fines de octubre del 24, desde Cuzco lanzan su ofensiva los realistas contra el Ejército Unido Libertador. Sucre maniobra para evitar tener que librar el combate en condiciones desventajosas y traslada sus fuerzas al campo de Ayacucho donde hace frente a los realistas el 9 de diciembre, con victoria para las armas republicanas, tras la cual los vencidos se entregan mediante una capitulación, concedida por Sucre. Fue la última batalla del proceso emancipador. Bajo las órdenes de Sucre combatió una efectiva representación de la unidad continental en oficiales provenientes de Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá, Guatemala, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Curazao, Puerto Rico y México; además de algunos oriundos de naciones europeas.

El Mariscal de Ayacucho

En 1825, Bolívar redacta y publica su Resumen sucinto de la vida del General Sucre, único trabajo en su género realizado por el Padre de la Patria. Allí, no escatima elogios ante la hazaña culminante de su fiel lugarteniente: "La batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana, y la obra del General Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta, y su ejecución divina. El General Sucre es el padre de Ayacucho, es el redentor de los hijos del Sol: es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro el Imperio de los Incas.".

El Congreso del Perú le confiere el grado de Gran Mariscal de Ayacucho.

A raíz de la victoria de Ayacucho, Sucre entra triunfante en el Cuzco y liberta después las provincias del Alto Perú. En 1825, convoca a los representantes de dichas provincias para reunirse en Asamblea, y con la aquiescencia de Bolívar, ésta decide la creación de Bolivia, nueva República, el 6 de agosto de 1825, de la cual Sucre será elegido como su primer Presidente. Es significativa la obra cumplida por el Mariscal Sucre en Bolivia, especialmente en la organización de la Hacienda Pública y de la Administración general. Se empeñó en promover la libertad de los esclavos y el reparto de tierras a los indios, y sobre todo en beneficio de la educación y la cultura.

En mayo de 1826, dio a Bolivia 13 decretos referentes a la creación de colegios de ciencias y artes, más institutos para huérfanos y huérfanas en todos los departamentos, y el establecimiento de escuelas primarias en todos los cantones de la República.

Pugnas políticas internas y su deseo de contraer matrimonio lo alejan de Bolivia. En 1829, Colombia requiere sus servicios para mandar el ejército que debe enfrentar la ofensiva peruana en el sur del Ecuador. Triunfa en la batalla de Tarquí (27 de febrero de 1829) y ofrece a los vencidos una capitulación, que es modelo de generosa fraternidad americanista, fiel a su lema: "Nuestra justicia era la misma antes y después de la batalla".

En la difícil situación de 1830, se destaca en el quehacer político por su consecuencia hacia la persona y la obra de Bolívar. El Congreso Admirable, reunido en Bogotá, lo elige su Presidente en enero de ese año. En febrero, el mismo cuerpo le encarga una misión conciliadora ante el gobierno de Venezuela. A mediados de marzo, la comisión ha llegado a territorio venezolano, pero por imposición del gobierno de Venezuela tiene que regresar a la Villa del Rosario en Cúcuta, donde se llevan a cabo conversaciones, que no llegan a nada.

Sucre regresa a Bogotá, mientras la situación se agrava y la obra de Bolívar se fragmenta. Cuando va de vuelta a encontrarse con su familia en Quito, el Mariscal Antonio José de Sucre es asesinado a traición, en la montaña de Berruecos en el sur de Colombia, el 4 de junio de 1830. José María Obando fue señalado como autor intelectual y Apolinar Morillo como ejecutor del crimen.

La vida de Antonio José de Sucre fue sin duda, un luchar continuo. Combatía contra las fallas humanas, contra los elementos, contra las distancias. Su preocupación por los servicios, por la eficiencia administrativa, llenó muchas horas de su vida. Fue indoblegable en su actitud vigilante por la probidad. Castigaba sin vacilar los crímenes, vicios y corruptelas, y sobre todo resaltan en Sucre los conceptos del patriotismo americano, del honor, de la gratitud y la lealtad.

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