A 231 años de su nacimiento, Simón Bolívar, Padre de la Patria y Libertador de cinco naciones, tiene mucho qué hacer todavía en América, tal y como lo sentenció otro grande americano, José Martí.
Nació en Caracas el 24 de julio de 1783 y fue nombrado a la usanza, con extenso patronímico: Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco, pero su epopeya fue de tal magnitud que bastó un simple apelativo para denotar toda su grandeza: El Libertador; nuestro Padre Libertador.
Huérfano desde muy joven, Bolívar no se quebró por la pérdida; siguió adelante, accediendo a principales fuentes del saber ilustrado de finales del siglo XVIII, alimentando así su acervo con el pensamiento de notables filósofos. Viajó por Europa y conoció a importantes protagonistas de la historia y las ciencias contemporáneas, como Napoleón Bonaparte y Alejandro de Humboldt.
Imbuido de las ideas liberales, un signo definitorio trazaría la ejecutoria futura de Bolívar, expresado en 1805, cuando juró en Roma su decisión de no descansar hasta obtener la liberación de su país de la dominación española.
La voluntad férrea como principal arma, sirvió a Bolívar para asimilar conocimientos de guerra que no tuvo en su formación temprana; entretanto, su preclara inteligencia le posibilitó elaborar y fundamentar razones de la lucha independentista, que llevaría a las grandes masas del continente a bregar por la vida y el futuro fundacional de las patrias latinoamericanas.
Su gran sueño, formar una confederación con las antiguas colonias españolas, fue muy adelantado para la época en que le correspondió batallar.
Hoy sus hijos, millones de venezolanos y latinoamericanos seguimos batallando para su sueño sea posible y la soberanía y dignidad de la Patria Grande sea una, grande e invencible.
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