Hoy, 182 años después de su último suspiro, aquel caraqueño rebelde que decidió enfrentar a un imperio colonizador está más vivo que nunca en la voz de un pueblo que lo nombra y que cultiva cada uno de esos pensamientos emancipadores que desarrolló a lo largo de su vida.
Bolívar fue un hombre que se entregó a los ideales en los que creía. Incluso en
su lecho de muerte, nunca olvidó a su pueblo:
Colombianos:
Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiábais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.
Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales.
¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.
Esa devoción por la integración del continente lo llevó a participar de forma decisiva en la lucha armada por la independencia política de los territorios que en la actualidad corresponden a Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela. Allí rompió las cadenas de un Imperio Español que saqueó a su antojo estas latitudes durante más de 300 años.
Pese a los esfuerzos de Bolívar por unificar a toda la América en una Patria Grande, las oligarquías, en defensa de su intereses terminaron, primero, con el asesinato de Antonio José de Sucre, y después, con la disolución de la Gran Colombia y la expulsión del Libertador.
Por mucho tiempo, la imagen que tenía el mundo de Bolívar fue la plasmada en los lienzos de artistas plásticos de la época. No obstante, el Gobierno Bolivariano, encabezado por el presidente Hugo Chávez, impulsó una investigación científica para determinar, en principio, la causa de muerte del Libertador.
Con ese objetivo, a mediados de 2010, fueron exhumados los restos del Padre de la Patria, en un procedimiento que se prolongó por más de 19 horas.
Esa acción histórica permitió que, dos años después, en la celebración del 229° aniversario de su natalicio, el presidente Chávez develara una imagen del rostro de Bolívar, trazada gracias a una reconstrucción facial científica, llevada a cabo por especialistas en la materia.
Además, se conoció que el Padre de la Patria falleció de una enfermedad respiratoria crónica, que se agravó por una infección. Se determinó que, probablemente, el mal estado de ánimo del prócer en aquel momento causado por el desmembramiento de la Gran Colombia, el asesinato de Antonio José de Sucre y las traiciones de algunos de sus compatriotas aceleró el padecimiento y lo llevó más rápido a la muerte.
En definitiva, Bolívar es un faro de refulgente luz que, 182 años después de su muerte, aún brilla en los corazones de quienes aman la libertad y la justicia. ¡Viva Bolívar!
Colombianos:
Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiábais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.
Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales.
¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.
Esa devoción por la integración del continente lo llevó a participar de forma decisiva en la lucha armada por la independencia política de los territorios que en la actualidad corresponden a Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela. Allí rompió las cadenas de un Imperio Español que saqueó a su antojo estas latitudes durante más de 300 años.
Pese a los esfuerzos de Bolívar por unificar a toda la América en una Patria Grande, las oligarquías, en defensa de su intereses terminaron, primero, con el asesinato de Antonio José de Sucre, y después, con la disolución de la Gran Colombia y la expulsión del Libertador.
Por mucho tiempo, la imagen que tenía el mundo de Bolívar fue la plasmada en los lienzos de artistas plásticos de la época. No obstante, el Gobierno Bolivariano, encabezado por el presidente Hugo Chávez, impulsó una investigación científica para determinar, en principio, la causa de muerte del Libertador.
Con ese objetivo, a mediados de 2010, fueron exhumados los restos del Padre de la Patria, en un procedimiento que se prolongó por más de 19 horas.
Esa acción histórica permitió que, dos años después, en la celebración del 229° aniversario de su natalicio, el presidente Chávez develara una imagen del rostro de Bolívar, trazada gracias a una reconstrucción facial científica, llevada a cabo por especialistas en la materia.
Además, se conoció que el Padre de la Patria falleció de una enfermedad respiratoria crónica, que se agravó por una infección. Se determinó que, probablemente, el mal estado de ánimo del prócer en aquel momento causado por el desmembramiento de la Gran Colombia, el asesinato de Antonio José de Sucre y las traiciones de algunos de sus compatriotas aceleró el padecimiento y lo llevó más rápido a la muerte.
En definitiva, Bolívar es un faro de refulgente luz que, 182 años después de su muerte, aún brilla en los corazones de quienes aman la libertad y la justicia. ¡Viva Bolívar!
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