En 1966, es asesinado el periodista y guerrillero venezolano Fabricio Ojeda.
Representando a la Unión Republicana Democrática, URD, en 1958 alcanzó gran protagonismo como Presidente de la Junta Patriótica que logró terminar política y militarmente con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
Elegido diputado de la URD, al Congreso Nacional por el Distrito Federal, renunció a sus cargos para unirse se unió al movimiento guerrillero. Ojeda, admirador de la revolución cubana, fue también uno de los fundadores de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional FALN, constituidas formalmente el 1º de enero de 1963.
Detenido, fue sentenciado por un Consejo de Guerra a 18 años de cárcel por Rebelión Militar. Recluido en la cárcel de Trujillo logró fugarse en compañía de otros compañeros siendo capturado por las fuerzas de seguridad y asesinado cuatro días después.
Fabricio Ojeda perdurará en la mente del pueblo cómo un revolucionario a carta cabal. Cómo un hombre que mandó “palca” los efluvios del poder. Para él lo importante siempre fue el bien común, el del pueblo oprimido. Fue probo y honrado. Nunca hizo alarde de poder ni fue partidario de la exquisitez de la vida, de los pingues de toda naturaleza que prodiga a granel el ejercicio del poder.