Nuestra América camina unida a 160 años del natalicio de José Martí
Foto:Agencia
Un 28 de enero de 1853 La Habana, Cuba, vio nacer a José Martí, un hombre de profundo pensamiento político y filosófico que avizoró el futuro latinoamericano en su ensayo Nuestra América, escrito en 1891, escrito vigente por su llamado a la unidad, igualdad y alerta frente al "tigre de afuera", título con el que nombró al imperialismo estadounidense.
En Nuestra América, Martí "plasma un proyecto político de lo que debería ser América Latina. Allí expone de dónde nosotros debemos formarnos. Él lo plantea desde nuestras propias raíces. Pese a que somos una mezcla cultural, Martí reflexiona que desde esa diversidad nosotros debemos construir una nueva América con la cual identificarnos", expone la directora de la Casa Nuestra América José Martí, Zayda Castro.
Unidad, igualdad, democracia y libertad son los principios necesarios que el pensador dejó plasmados en el escrito que aún resuena en el espíritu latinoamericano. Sin embargo, también exhorta a "estar despiertos" porque como recuerda Castro, él llegó a decir: "Yo viví en el monstruo y conozco sus entrañas".
"Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas. Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de Los Andes", escribe Martí en Nuestra América.
Su pluma se edificó en géneros tan amplios como la poesía, la crónica, el artículo, el ensayo y el reportaje periodístico.
Sus inicios en los oficios periodísticos despertaron a la corta edad de 15 años en su Habana natal. El joven escribió el soneto ¡10 de octubre!, en El Siboney, una publicación clandestina entre los estudiantes de segunda enseñanza de la capital cubana.
"Sus artículos siempre se referían a la libertad. También fue crítico del deporte y en esa etapa se pronunció contra el fútbol y boxeo americano por su rudeza. Él exponía que ambos deportes iban en detrimento de la unidad humana", describe la también investigadora de su obra.
Sus líneas adquirieron prestigio internacional, razón por la que entre 1875 y 1876 colaboró con la revista Universal, de México, con la redacción de artículos sobre arte, política, sociedad y economía bajo el seudónimo de "Orestes".
De igual manera, fundó y dirigió en Caracas la Revista venezolana que sólo pudo publicarse en dos oportunidades debido a su salida obligada del país.
En el segundo número de la revista, Martí publica un artículo en homenaje a su amigo, el escritor y humanista venezolano Cecilio Acosta, debido a su repentina muerte el ocho de julio de 1881. Acosta fue uno de los críticos más punzantes del presidente Antonio Guzmán Blanco.
A su salida del país se residenció en Nueva York, Estados Unidos, desde donde colaboró como corresponsal del periódico venezolano La Opinión Nacional. Allí redactó la sección Constante desde la que publicó un total de 112 notas sobre historia, literatura y ciencia con el seudónimo de "M. De Z".
Su paso por Venezuela
Animado por conocer Venezuela, a la que él calificaba como "La cuna de la libertad" y la "Jerusalén de América", Martí llega al puerto de La Guaira, hoy estado Vargas, el 20 de enero de 1881.
Cuenta Castro que sin importar el descanso físico tras varios días sumergidos por caminos boscosos, apenas Martí pisó suelo caraqueño se dirigió a la plaza Bolívar de la capital para encontrarse con la estatua ecuestre de Simón Bolívar.
"Como un niño que se reencuentra con su padre con lágrimas en los ojos" describe Castro el recuerdo de aquel episodio.
En su paso por el país, el hombre se relaciona con sus homólogos pensadores, poetas e intelectuales, quienes se reunían en la Escuela de las Primeras Letras de Caracas, recinto que en otrora fuera la casa en donde El Libertador recibió sus primeras enseñanzas bajo la orientación del maestro Simón Rodríguez, y que hoy en día funciona como la Casa Nuestra América José Martí, ubicada en el bulevar Panteón.
"Martí conocía esa anécdota, por eso a su llegada también se dirigió para allá", relata Castro.
En seis meses por la ciudad, Martí la recorre a plenitud y hace de la esquina Altagracia su hogar. En ese mismo lugar se levanta un busto en homenaje a su estadía y en recuerdo de las tertulias y encuentros históricos que tuvieron lugar allí.
En los días que vivió alejado de su esposa e hijo, Martí también vivió días melancólicos que supo plasmar en el libro infantil El Ismaelillo, escrito en el país con la añoranza de reencontrarse con sus familiares.
"Hijo, espantado de todo me refugio en ti", rememora Castro como primeras líneas escritas en el prólogo de la publicación.
Su despedida del país fue un episodio cargado de sentimiento para él. Después de publicar su artículo en homenaje a Acosta, el mismo Guzmán Blanco le exige que escriba unas palabras similares en homenaje a su persona.
Sin embargo, "Martí era consecuente con sus principios bolivarianos. Él no era una persona a quien se le obligaba a escribir", explica la investigadora.
Ese "no" contundente se acompañó de otra negativa presidencial: Martí no podía seguir en suelo venezolano. Obligado, tuvo que partir.
Relata Castro que antes de marcharse, Martí escribió:
"Ni zarzas ni guijarros distraen al viajador en su camino: los ideales enérgicos y las consagraciones fervientes no se merman en un ánimo sincero por las contrariedades de la vida. De América soy hijo: a ella me debo. Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, ésta es la cuna; ni hay para labios dulces, copa amarga; ni áspid muerde en pechos varoniles; ni de cuna reniegan hijos fieles. Deme Venezuela en que servirla: ella tiene en mi un hijo".
Martí murió en Dos Ríos, Cuba, el 19 de mayo de 1895 mientras luchaba frente a fuerzas españolas por la libertad de su patria.
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