Un año antes Allende había acusado publicamente a la transnacional norteamericana de ejercer acciones imperialistas y pretender provocar en Chile una guerra civil a través de un plan que proponía el estrangulamiento económico, el sabotaje diplomático, crear el pánico en la población y el desorden social para que las Fuerzas Armadas fueran impulsadas a quebrar el régimen democrático e imponer una dictadura.
La ITT era dueña de un 70% de Chitelco, la Compañía de Teléfonos de Chile y contó no sólo, con el apoyo del periódico derechista El Mercurio, sino que desde los EEUU contó con el apoyo de la CIA para derrocar meses después al gobierno legítimamente constituido de Allende.
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