En 1099, fallece Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como El Cid
Campeador, hidalgo y guerrero que inspiró una de las leyendas más
trascendentales de la literatura española volcado en lo que se conoce
como "Romancero del Cid".
Rodrigo Díaz nace un 10 de Junio, pero
de 1043 en Vivar, pequeña aldea situada a 7 kilómetros de la ciudad de
Burgos. Hijo de Diego Laínez, noble caballero de la Corte de Castellana y
de una hija de Rodrigo. A los 15 años quedó huérfano de padre y se crió
en la corte del rey Fernando 1º junto al hijo del monarca, el príncipe
Sancho. Ambos crecieron juntos y tuvieron buena amistad durante cinco
años. También se educó en las letras y en las leyes, posiblemente en el
monasterio de San Pedro de Cardena.
Posteriormente, al morir
Fernando I y repartir su reino entre sus hijos, el Cid inicia una
brillante carrera militar junto a Sancho, quien se había convertido en
rey de Castilla. Pero al morir éste, Rodrigo Díaz comenzó una relación
conflictiva con Alfonso VIº, hermano de Sancho, que acabó con su
destierro a tierras musulmanas y el inicio de su leyenda. En los diez
años siguientes, la fama del Cid se acrecentó espectacularmente al
contrario que el reinado del rey. En menos de un año el Cid se hizo
señor de los reinos moros de Lérida, Tortosa, Valencia, Denia,
Albarracín, y Alpuente.
Rodrigo se convirtió en el señor de
Valencia, otorgó a la ciudad un estatuto de justicia envidiable y
equilibrado, restauró la religión cristiana y al mismo tiempo renovó la
mezquita de los musulmanes, acuñó moneda, se rodeó de una corte de
estilo oriental con poetas tanto árabes como cristianos y gentes
eminentes en el mundo de las leyes, en definitiva, organizó con
grandísima maestría la vida del municipio valenciano. Su vida histórica y
legendaria en la época de la Reconquista, inspiró el más importante
cantar de gesta de la literatura española, el Cantar de mio Cid.
El
domingo 10 de julio de 1099, muere el Cid sin que sus biógrafos
ofrezcan dato alguno sobre las circunstancias en que acaeció. Toda la
cristiandad lloró su muerte.
Sus restos y los de Jimena, su esposa, descansan en el centro de la catedral de la capital de Castilla, Burgos.
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