En 1795 nace en Cumaná ,Antonio José de Sucre, prócer de la independencia de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá.
Fue uno de los principales jefes patriotas en las campañas libertadoras de Oriente y Guayana; Comandante General del ejército que, con las Batallas de Pichincha y Ayacucho, determinaron la emancipación del Ecuador y Perú.
También fue el artífice del armisticio de Santa Ana, que en 1820 reguló la guerra entre España y la Gran Colombia y en el que se acordó el trato humanitario que desde entonces empezaron a recibir los vencidos en una guerra.
Finalmente, fue el primer Presidente de Bolivia y presidente del Congreso Admirable que en 1830 intentó, sin éxito, evitar la separación de la unión grancolombiana. “El general Sucre es el padre de Ayacucho, el redentor de los hijos del Sol; es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro el reino de los Incas”, expresó Bolívar sobre quien dio fin en batalla al dominio español en el continente.
El talento de Sucre y su espíritu de cuerpo le permitieron reclutar y agrupar tropas, fundar la intendencia militar para garantizar uniformes y pertrechos, además, crear el Tratado de Armisticio y Regularización de la guerra, con una visión de respeto a los derechos humanos.
Memorable es la última carta de Sucre a Bolívar. Bolívar renunció, se fue. Sucre lo busca, no lo consigue. “La ausencia de usted, mi general, me ahorra las lágrimas de la despedida. Adiós, mi general. Donde quiera que esté, mi último aliento será para Colombia y para usted”. Al día siguiente, agarró la mula, se fue a buscar a su mujer y a su pequeña hija en Quito. Pero no le perdonaron ser leal a Bolívar y ser tan joven. Como dijo el virrey: “Tan joven y con tanta gloria”. Era un peligro él solo, su vida. Después de Bolívar venía él. Su brillo, su gloria, su prestigio en los ejércitos. Desde el Caribe hasta la Argentina el nombre de Sucre brillaba por todos lados. Y ocurrió la emboscada, el balazo traicionero. Santander detrás de la emboscada, Obando, traidores lacayos que entregaron luego estos países a la garra del imperio norteamericano. Traicionaron a la revolución. Dijo Bolívar, cuando le informaron de la muerte de Sucre, entre muchas cosas, una lapidaria: “La bala que mató a Sucre mató a Colombia y acabó con mi vida”.
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