En 1905 muere en la Habana, Máximo Gómez, héroe de la independencia cubana.
Aunque nació en Santo Domingo, se incorporó al movimiento emancipador cubano a muy temprana edad. Junto a José Martí, líder del Partido Revolucionario Cubano, desembarcó en Cuba tras el Grito de Baire que inició la guerra por la independencia cubana.
Fue jefe militar de las fuerzas revolucionarias hasta el final de la guerra en 1898. Por los servicios prestados a la República durante más de 30 años, fue declarado ciudadano cubano por nacimiento.
New York diciembre 8 de 1894.
Sr. General Máximo Gómez.
Mi querido General:
Mi carta está hoy en la que le escriben conmigo nuestro
amigos Mayía y Collazo, y en el documento incluso, escrito luego de pensar bien
todos los detalles de nuestra situación, y en especial de la de Cuba, de la que
trae Collazo, los detalles minuciosos, y de hombre sensato, que acá hubiéramos
podido desear. Escribirle yo más, seria repetir lo que ellos le dicen, y ven con
sus ojos. De todas partes continúa la demanda angustiosa de nuestra actividad de
adentro y de afuera. Todo se ha podido hasta ahora sujetar, sin desorden ni
razón de queja, pero ya hubiera sido imposible sujetarlo más. Afortunadamente, y
por mano que parece superior a la nuestra humana, todo se combina a su hora, y a
la vez que las medidas que se esparcieron sobre Cuba para contrarrestar la
intriga de demora, -la de algunos en Camagüey y otros en Cuba, -contenía allá
adentro el desbande amenazado y nos servía para mudarlo en orden mayor, acá
afuera nos reuníamos Vd., en la muy querida y eficaz persona de Mayía, Cuba, por
el noble Collazo, y lo que depende de mi. Distancia, tiempo, confusión, todo se
ha vencido a la vez, de aquí, ya ve Vd. lo que va a Cuba, y los tres grupos de
ayuda, debidamente escalonados, se combinarán con esas instrucciones. Vd., con
su ojo seguro,- medirá los resultados. Tan felices andamos, que el grupo que se
nos pudiera torcer, el de Costa Rica, quedó, sin intriga alguna, de tal modo
trabado que naturalmente ha venido, e inevitablemente, a caer en Flor por si
Maceo, por la herida o la persecución, no pudiese ir. En el otro grupo S y R, hay el mismo vivo entusiasmo, y ya a esta hora parece salvado lo que a mí mismo
me parecía imposible salvar el escándalo de la concentración. Angustias, he de
tener y tengo, pero las venceré todas, y son ya pequeñeces. De nada me quejo y
sólo siento ternura y pureza en el corazón. Y orgullo de tener cerca de mí, en
esta hora de prueba, a almas tan enteras y leales. De los cables, ya nada le
diré. Hecho el giro, según la carta por Mayía, vino la del Saguinau, y mi cable,
y al fin el de Vd., que recibimos juntos los tres, con muy vivo cariño.
Me
pareció verle cerrar los ojos, bajada la cabeza ante quien todo lo manda y
premia la virtud y entregarse al destino, que esta vez no parece abandonarnos,
Lo demás, queda ya al cable, y a la mar. Abrace a Pancho, a la casa toda, y
quiera a su amigo
José Martí