Anna fue una niña judía alemana, que dejó constancia en su diario de sus experiencias en un escondrijo construido en un edificio de oficinas en Ámsterdam, para protegerse, junto a su familia, de la persecución nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Su familia fue capturada y llevada a distintos campos de concentración alemanes, donde morirían todos salvo su padre, Otto. Anna fue enviada al campo de concentración nazi de Auschwitz y, más tarde, al campo de concentración de Bergen-Belsen.
Murió allí de fiebre tifoidea el 12 de marzo de 1945, pocos días antes de que fueran liberados los prisioneros del campo.