En 1930, en Argentina, un grupo de militares encabezados por el
general José Félix Uriburu, dan un golpe de estado que derroca al
gobierno elegido por voto popular y democrático del presidente Hipólito
Yrigoyen.
Siguiendo una tendencia que habría de ser general en los futuros
golpes de Estado, Uriburu designó a un civil vinculado a los grandes
terratenientes y a los sectores más conservadores del país, en el cargo
de ministro de economía.
El gobierno militar estableció un
gobierno de inspiración fascista y le encargó la redacción de su
proclama inicial al escritor Leopoldo Lugones, simpatizante de dicha
ideología, donde el escritor anunciaba el deterioro de la democracia, su
inestabilidad y su derivar hacia la demagogia, lenguaje que se utiliza
hasta hoy para justificar la represión contra nuestros pueblos.
A partir del golpe de 1930, las fuerzas armadas se convirtieron en un
factor decisivo de la vida política argentina, interrumpiendo por la
fuerza gobiernos constitucionales y usurpando el poder político para
instaurar regímenes dictatoriales.
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