En 1819, a los 30 años, muere en Pamplona, Nueva Granada, el General
José Antonio Anzoátegui, uno de los principales próceres de la
independencia colombo venezolana.
Insigne soldado del ejército
venezolano al mando de Simón Bolívar, participó activamente en la guerra
de independencia hasta llegar a ocupar el cargo de Jefe de la guardia
de honor del Libertador.
Entre 1812 y 1814, participó en la Campaña Admirable y después, junto
con el general Rafael Urdaneta, tomó camino a la Nueva Granada para
aparecer junto a Bolívar en la toma de Santa Fe de Bogotá y participa
durante un tiempo largo e intenso, en acciones guerreras y discusiones
políticas para acompañar luego al Libertador a Haití y al peregrinar
por el Caribe.
En los años que anduvo con Bolívar, desde la Nueva Granada y luego en
las islas del Caribe, participó en las conversaciones que dieron origen
primero al Manifiesto de Cartagena y la Carta de Jamaica, “dos
documentos clave para conocer el desarrollo del pensamiento bolivariano.
Pudo además, conocer del contenido y propósito estratégico del
Manifiesto de Carúpano, en el que Bolívar declaró la guerra a muerte a
la esclavitud”.
El general José Antonio Anzoátegui comprendía en su exacta dimensión la
complejidad de los planteamientos iniciales de Bolívar y estuvo presto a
acompañarlo cuando la mayoría de nuestros guerreros heroicos, también
meritorios y luego llenos de gloria, apenas manejaban criterios
limitados sobre las ideas centrales que impulsarían las luchas por venir.
Anzoátegui un ejemplo para las revolucionarias y los revolucionarios
de hoy, pues además de emprender una ardua lucha “sin buscar nada a
cambio y de haberse esforzaron en dar lo mejor de sí en las acciones
militares”, fue un hombre que alcanzó “una sólida formación cultural
gracias a su dedicación al estudio”.
En eso, es comparable con
hombres como Sucre “y el mismo Libertador que en su combate por los
grandes ideales mantuvieron también una disciplina para el estudio”.
“Como Anzoátegui, hay que tener disciplina, coherencia y estudiar
mucho, porque el revolucionario es vanguardia y, como tal, tiene grandes
responsabilidades. Hoy las exigencias de la lucha demandan
combatientes despiertos, agudos y capaces para entender el mundo y sus
avatares”,
A casi doscientos años. Los
historiadores no han podido determinar las causas de su muerte, y las
opiniones se dividen entre los que creen que murió envenenado y los que
se inclinan por la tesis da haber fallecido víctima de una afección
cerebrovascular.
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