En 1862 con nueve años de edad, debuta la
prodigiosa pianista Teresa Carreño en el Irving Hall de Nueva York. El
público que se congregó en el salón a pesar de la lluvia pertinaz, no
podía dar crédito a lo que estaba presenciando. Los mismos críticos no
salían de su asombro. Uno de ellos, “crítico pesimista”, no se explicaba
“cómo pueden alcanzar la octava esas manos, es un misterio, y sin
embargo, esos pasajes se oían claros y correctos, no comprendo, ¡no
puedo comprenderlo!”.
Donde tocó cinco conciertos hasta el 15 de diciembre. El 2 de enero de 1863 comenzó en Boston una serie de presentaciones completamente vendidas, causando sensación como niña prodigio.
En 1863 tocó en la Casa Blanca, invitada por el presidente norteamericano Abraham Lincoln. Carreño sabia que a Lincoln le gustaba la música del compositor Louis Moreau Gottschalk, con quien ella estudió durante su residencia en Estados Unidos, y le tocó varias de sus composiciones.
Como anécdota, Carreño se quejó del piano de la Casa Blanca, saltó del banco y declaró que no tocaría más, que el piano estaba demasiado desafinado para usarlo.
Donde tocó cinco conciertos hasta el 15 de diciembre. El 2 de enero de 1863 comenzó en Boston una serie de presentaciones completamente vendidas, causando sensación como niña prodigio.
En 1863 tocó en la Casa Blanca, invitada por el presidente norteamericano Abraham Lincoln. Carreño sabia que a Lincoln le gustaba la música del compositor Louis Moreau Gottschalk, con quien ella estudió durante su residencia en Estados Unidos, y le tocó varias de sus composiciones.
Como anécdota, Carreño se quejó del piano de la Casa Blanca, saltó del banco y declaró que no tocaría más, que el piano estaba demasiado desafinado para usarlo.
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