al día como hoy, el 27 de octubre de 1965, fue
hallado el cadáver de Alberto Lovera en una playa de Lecherías, en las
inmediaciones de Barcelona, estado Anzoátegui. El cadáver tenía los
brazos y las piernas encadenadas y un pico de albañilería atado al cuello.
Alberto Lovera se formó como dirigente de los trabajadores petroleros
en el estado Zulia y cuando joven participó en el congreso de fundación
de la Juventud Comunista, en 1947, integrando el primer Consejo Central
de dicha organización. En esa misma época asistió al Primer Festival de
la Juventud y los Estudiantes celebrando en Budapest (Hungría) como
miembro de una delegación juvenil junto con Alí Lameda y Jerónimo
Carrera.
Durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez jugó un
activo papel en la resistencia. Participó en la dirección de la huelga
petrolera de 1952 y en numerosas acciones de la clandestinidad. En los
años sesenta tuvo bajo su responsabilidad la Secretaría General del
Partido Comunista de Venezuela (PCV) en Caracas, y fue miembro del Buró
Político de dicho partido.
El 18 de octubre de 1965 fue
detenido por una comisión de la antigua Dirección General de Policía
(DIGEPOL) y sometido a bárbaras torturas hasta dejarlo sin vida. Una vez
muerto, la banda armada de Acción Democrática (AD) intentó deshacerse
del cadáver llevándolo a varias instalaciones militares, entre ellas el
cuartel San Carlos (Caracas), y el campamento de Cachito (Monagas),
donde fue rechazado. Al final, la banda decidió arrojarlo al mar en las
playas de Lecherías, donde fue localizado por un pescador.
En
las torturas y asesinato de Alberto Lovera estuvieron directamente
implicados los comisarios de la DIGEPOL J.J. Patiño González, Carlos
Vegas Delgado (“El Capitán”), Alberto Ochoa, José R. Antúnez y Carlos
Quintero.
La información que condujo a la detención y muerte
de Lovera fue proporcionada por el delator Aníbal González, un policía
infiltrado en las filas del PCV.
Meses más tarde, éste murió
en manos de agentes de la DIGEPOL para cerrarle la boca. Las
investigaciones que permitieron descubrir el más horrible crimen
cometido durante los gobiernos de AD se debieron a la incansable labor
de su viuda María del Mar de Lovera y a las valientes denuncias del
entonces diputado José Vicente Rangel.
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