En 1537, durante el pontificado del Papa Paulo III, se promulga una Bula
pontificia en la que se otorga la condición de seres humanos a los
aborígenes de las llamdas Indias Occidentales.
Hasta ese momento,
con el pretexto de que procesaban la fe católica, se los consideraba
animales, se los reducía a servidumbre y se los trataba como a bestias.
En
el documento, el papa establecía el derecho a la libertad de los
indígenas, la prohibición de someterlos a esclavitud y la conveniencia
de predicar entre ellos la doctrina cristiana.
Sin embargo, a pesar de
la bula, la explotación de los aborígenes prosiguió y fue necesario que
se dictaran otras Leyes de Indias que pretendían disminuir la codicia de
los colonizadores e impedir la desparición de los pueblos originarios
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