El cineasta frances Alain Resnais, uno de los representantes mas exigentes de la Nouvelle Vague, grupo de nuevos cineastas franceses surgido a finales de la década de 1950.
Resnais se curtiría en el terreno del documental, siendo sus más famosos Guernica (sobre la masacre de la Guerra Civil Española usando como escenario el antológico cuadro de Picasso), y Nuit et Brouillard (Noche y niebla, 1955), durísimo filme que documenta de manera rigurosamente macabra las atrocidades del Holocausto nazi.
Poco después vendrían sus más famosas
películas, dando pie a una desbocada imaginación, a una inventiva sin
precedentes, y con todo ello, a la Nouvelle Vague. Estamos hablando de Hiroshima, mon amour (Hiroshima, mi amor, 1959) y L’annèe dernière à Marienbad (El año pasado en Marienbad, 1961).
La primera, con guión de Marguerite Duras,
es una visión ensoñadora del holocausto nuclear unido a una
desgarradora historia de amor. El segundo es un estudio sobre la
memoria, una claustrofóbica, brillantemente obsesiva y magistral obra
donde destaca la poderosa iluminación de Sacha Vierny y el rostro de Delphine Seyrig, cargado de enigma.
Luego vendrían La guerre est finie, Stavisky, Mon oncle d’Amérique, Mélo y On connaît la chanson a lo largo de las décadas, ganándose el aprecio de intelectuales, festivales, críticos y público.
Siguió haciendo cine hasta el fin. Sus últimas películas fueron Les herbes folles, Vous n’avez encore rien vu (Todavía no han visto nada) y Aimer, boire et chanter (Amar, beber y cantar).
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