En 1958 llega de visita a nuestro país, el Vicepresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon.
Fue recibido recibido en medio de protestas antiimperialistas de distintos sectores sociales. El Presidente encargado, Wolfang Larrazabal, fue obligado a ir a la embajada norteamericana a recibir a Nixon y revisar sus credenciales.
Su presencia provocó reiterados disturbios y manifestaciones incluyendo el ataque al automóvil en que viajaba cuando visitó el Panteón Nacional. La tensión llegó a tal extremo que los marines amenazaron con invasion. Días después de la visita de Nixon, renunciaron a la Junta de Gobierno Provicional Eugenio Mendoza y Blas Lamberti, y su lugar fue ocupado por Edgar Sanabria y Arturo Sosa.
Una multitud en su mayoría estudiantes gritaba consignas en contra y mostraba a Nixon una gran tela blanca que decía “Fuera, Nixon”. El confundido vicepresidente tuvo el desatino de intentar acercarse a loas estuciantes a saludar, pero eso caldeó los ánimos y recibió una lluvia de escupitajos.
La caravana de Nixon salió del aeropuerto para hacer un recorrido por la capital y poco después fue detenida por el tráfico de Caracas, donde la limosina fue rodeada por un grupo de manifestantes violentos que atacaron la caravana y arrancaron las banderas de EEUU y Venezuela que adornaban el auto oficial.
Las manifestaciones básicamente tenían como objetivo evitar que Nixon fuera a colocar una ofrenda floral en la tumba de Simón Bolívar, como estaba planificado en el itinerario. A Richard Nixon no le quedó otra alternativa que refugiarse en la Embajada de los EE.UU. y fueron suspendidos todos los actos oficiales que estaban programados.
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