La Batalla de Ica, conocida también como la Batalla de Macanona, se
desarrolló en la fase conocida en la historiografía peruana como Segunda
Campaña de Intermedios; campaña militar que estuvo bajo el mando del
General Andrés de Santa Cruz. En este período, las fuerzas de Santa Cruz
ocuparon las regiones de Arica (Chile), Tacna (Perú), Moquegua (Perú) y
Oruro (Bolivia).
Sin embargo, a pesar de algunos triunfos
conseguidos, al finalizar esta campaña representó un revés militar para
los patriotas peruanos, ya que por un lado no lograron destrozar al
ejército español y además se descuidó la custodia de la capital Lima.
Este último hecho fue aprovechado por las fuerzas realistas que ocuparon
la ciudad en el mes de junio de 1823.
En este contexto histórico
el 7 de abril de 1822, se llevó a cabo la Batalla de Ica, combate en el
cual las fuerzas del General español José de Canterac estaban
conformadas por un ejército de 2000 hombres, distribuidos en 1400 de
infantería, 600 de caballería y 3 piezas de montañas. Interceptaron las
fuerzas patriotas al mando del General Domingo Tristán, quien se
replegaba hacia la capital limeña con el fin de entrar en combate con
las fuerzas españolas que habían ocupado Arequipa (Perú). Las fuerzas de
Tristán estaban compuestas por 2244 hombres y 6 cañones.
Las
fuerzas realistas ocuparon las inmediaciones de la hacienda Macanona,
donde se encontraba el camino real hacia Lima, acción que les permitió
que se preparara una emboscada al ejército patriota. A la una de la
madrugada el ejército español atacó a la vanguardia de los patriotas,
formada por el Batallón de Cazadores seguidos del Batallón número 2 de
Chile; cuerpos militares que fueron dispersados por la carga de la
caballería realista.
Ante el ataque sorpresivo y la falta de
organización para reorganizar y ordenar un contraataque, el ejército de
Domingo Tristán fue dispersado y destruido por los realistas. Esta
victoria táctica por parte del ejército realista, le permitió apoderarse
de un parque de 3000 fusiles, así como también dejar desprotegida la
capital limeña, que más tarde y sin resistencia alguna sería ocupada por
los españoles.
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