En 1936, muere en Madrid, de tuberculosis, la escritora venezolana, Teresa de la Parra.
Este
era el seudónimo de Ana Teresa Parra Sanojo, nacida en París en 1889 y
residenciada en Caracas desde los 3 años. Parte de su infancia
transcurrió en "El Tazón", la hacienda familiar, ubicada entre Tumerito y
Piedra Azul. Al quedar huérfana de Padre, vuelve con su madre y
hermanos a Europa y después de diez años regresa al país, en plena
dictadura gomecista, época en comienza a revelarse como escritora en
artículos publicados en diferentes diarios capitalinos.
Más tarde se
convertiría en una de las más destacadas creadoras de la literatura
venezolana. Escribió dos novelas que la inmortalizaron en toda América:
"Ifigenia" y "Memorias de Mamá Blanca". su novela Ifigenia, en la misma se plantea el drama de la mujer frente a
una sociedad que como la de fines del siglo XIX y comienzos del siglo
XX, no le permitía expresar sus ideas ni elegir su destino.Asimismo, en su novela
Ifigenia introduce el "tiempo existencial", alargando el tiempo
cronológico mediante el fastidio experimentado por su protagonista:
Ifigenia.
En cuanto a
las Memorias de Mama Blanca, en la misma se recrea el ambiente de su
niñez, mostrando personajes y costumbres en el ambiente de una hacienda
de caña de azúcar. En términos generales, ambas obras están inscritas en
el ámbito de la "novela psicológica", la cual se caracteriza por el
estudio interior que se hace de los caracteres.
Uno de los principales aportes de Teresa de la Parra a la
literatura venezolana, radica en la introducción del humor y la ironía
en su obra, lo cual contrastaba con el tono serio y amargo de la
literatura de la época.
Por otra parte, su obra tiene una importancia
histórica ya que permite apreciar los defectos de una sociedad decadente
y llena de prejuicios, tal como era la Venezuela gomecista, en la que
se experimentaban las luchas entre las tradiciones y los viejos
prejuicios con la vida moderna y sus costumbres nuevas.
En definitiva
Teresa de la Parra ha sido considerada como una de las más importantes
escritoras hispanoamericanas. En 1947 sus restos fueron trasladados a
Caracas e inhumados en el Cementerio General del Sur. Posteriormente, el
7 de noviembre de 1989 fueron sepultados en el Panteón Nacional.
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