En 1986, se produce el mayor accidente nuclear de la historia,
alcanzando el nivel 7 del INES, al explotar un reactor nuclear en
Chernóbil, Ucrania.
Aquel día, durante una prueba en la que se
simulaba un corte de suministro eléctrico, un aumento súbito de potencia
en el reactor 4 de la central nuclear, produjo el sobrecalentamiento
del núcleo, lo que provocó la explosión del hidrógeno acumulado en su
interior.
La cantidad de material radiactivo liberado, que se
estimó fue unas 500 veces mayor que la liberada por la bomba atómica
arrojada en Hiroshima en 1945, causó directamente la muerte de 31
personas, forzó al gobierno a la evacuación de unas 135.000 personas y
provocó una alarma internacional al detectarse radiactividad en diversos
países de Europa septentrional y central.
Además de las
consecuencias económicas, los efectos a largo plazo del accidente sobre
la salud pública han recibido la atención de varios estudios. Aunque sus
conclusiones son objeto de controversia, sí coinciden en que miles de
personas afectadas por la contaminación han sufrido o sufrirán en algún
momento de su vida efectos en su salud. Tras prolongadas negociaciones
con el gobierno ucraniano, la comunidad internacional financió los
costes del cierre definitivo de la central, completado en diciembre de
2000. Desde 2004 se lleva a cabo la construcción de un nuevo sarcófago
para el reactor.
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